La creciente adopción de energía solar como fuente limpia y sostenible no está exenta de desafíos, y uno de los aspectos más debatidos es el manejo de los residuos generados por los paneles solares al final de su vida útil. Aunque estas tecnologías han demostrado ser fundamentales en la lucha contra el cambio climático, la pregunta persistente sobre el destino de los paneles retirados plantea cuestiones importantes. La vida útil típica de un panel solar oscila entre 25 y 35 años, después de los cuales los dispositivos pueden degradarse o volverse ineficientes. En la actualidad, la mayoría de los paneles solares retirados terminan en vertederos, principalmente debido al elevado costo del reciclaje y a la falta de un mercado robusto para paneles usados. Según un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) en 2016, se proyectó que los residuos fotovoltaicos acumulados en todo el mundo alcanzarían aproximadamente 60 millones de toneladas métricas para el año 2050. Esta cifra impresionante equivale al peso de 180 edificios Empire State o a la eliminación de 350.000 millones de iPhone 14. Sin embargo, un análisis más reciente realizado por investigadores del National Renewable Energy Laboratory (NREL) ofrece una visión más optimista y contextualizada. Aunque proyectan que los residuos fotovoltaicos podrían variar entre 54 y 160 millones de toneladas métricas para 2050, destacan que esta cantidad es ínfima en comparación con otros flujos de residuos mundiales. Gestión El informe del NREL coloca los residuos de paneles solares en un contexto más amplio, señalando que durante el mismo período, el mundo tendrá que gestionar alrededor de 70.000 millones de toneladas métricas de residuos municipales, 46.000 millones de toneladas métricas de cenizas de carbón, 12.000 millones de toneladas métricas de residuos plásticos, 2.000 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos y 249 millones de toneladas métricas de lodos aceitosos. Los residuos de paneles solares, incluso en el escenario menos favorable, son considerablemente menores en comparación con los desechos generados por otras fuentes de energía, como el carbón. El carbón podría generar hasta 850 veces más residuos que la energía solar durante el mismo período. Un aspecto crucial en el debate es la preocupación por la toxicidad de los residuos. Informes anteriores identificaron elementos peligrosos en los paneles solares, pero el NREL descubrió que el problema es mucho menor de lo que se pensaba. Prácticamente todos los paneles solares utilizan solo dos tipos de módulos fotovoltaicos, sin contener elementos como arsénico, galio, germanio, cromo hexavalente ni sustancias perfluoroalquiladas. Los riesgos para la salud y el medio ambiente asociados con los paneles solares comerciales son mínimos, limitándose a trazas de plomo en algunos paneles y un compuesto de cadmio relativamente estable en otros, representando solo el 3% del mercado global fotovoltaico. De esta manera, los investigadores del NREL hacen un llamado a la industria solar para invertir en paneles más duraderos y programas de reciclaje más eficientes. El reciclaje, argumentan, será clave para descarbonizar la cadena de suministro fotovoltaica y reducir los residuos.